La experiencia de la tempestad es siempre abismal. En el intervalo entre el relámpago y el trueno, en cada ocasión tiembla el cuerpo, palpita el corazón.
¿Saben ustedes que durante una tormenta el león da la cara al viento para que su pelambre no se desordene? Yo hago lo mismo: doy la cara a todos los problemas: es la mejor manera de permanecer peinado.